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 de las aves;
 en el cielo las nubes se disfrazan de algodón
 cuando renace el nuevo día
 ¡y hay un coro de silbidos y un desfile
 de plumajes!
  
...y el viento como un niño
 jugando solitario en el río,
 dando tumbos en el aire,
 mueve un guijarro sobre el agua
 descorriendo el velo de un espejo... 
  Hay una armonía de frutales
 que embruja la mañana con su esencia
 un naranjo, un ciruelo y un pino;
 crece la madreselva en libertad
 ¡una calandria me saluda con su trino! 
  
...y el viento como un niño
 jugando solitario en el río,
 dando tumbos en el aire,
 mueve un guijarro sobre el agua
 descorriendo el velo de un espejo... 
  
Una niña pobre enamorada de los ojos
 Mágicos del bosque 
 pinta con sus labios una eterna sonrisa
 en un sauce de cristal
 ¡ella ama al bosque y a sus hijos!
 ¡ella anhela ser una cigüeña para retozar!
  
...y el viento como un niño
 jugando solitario en el río,
 dando tumbos en el aire,
 mueve un guijarro sobre el agua
 descorriendo el velo de un espejo... 
  
Y un duende milagroso que camina por el bosque
 buscando un corazón enamorado
 a quien regalar un arcoiris de colores
 y una estrella de coral
 ve a una niña pobre sollozando en un jacinto
 ¡y siente ganas de llorar!
 ¡y siente ganas de llorar! 
  
...y el viento como un niño
 jugando solitario en el río,
 dando tumbos en el aire,
 mueve un guijarro sobre el agua
 descorriendo el velo de un espejo...
  
El duende se aproxima a la niña
 y le ofrece su amistad y su consuelo;
 la niña, con su larga cabellera rubia,
 lo mira con serenidad y lo encandila con sus pupilas
 y le da un beso con sus labios de cerezas
 y el duende se desmaya de felicidad 
  
...y el viento como un niño
 jugando solitario en el río,
 dando tumbos en el aire,
 mueve un guijarro sobre el agua
 descorriendo el velo de un espejo... 
  ¡El cielo descorcha una sidra!
 y llueven pétalos de rosas...
 ¡sobre el río se baña una cigüeña!
 y el bosque como gran tenor canta una opera 
 cuando el horizonte cierra su telón
 y la niña sonríe, descalza, sobre una corchea
  ...y el viento como un niño
 jugando solitario en el río,
 dando tumbos en el aire,
 mueve un guijarro sobre el agua
 descorriendo el velo de un espejo...
  
¡Yo amo a la niña! dice el bosque... 
  
Y bostezando al horizonte, repite:
  
¡yo amo a la niña porque yo también soy pobre! 
 ¡su alma es mi vida!
 ¡su inocencia, la pureza de mis noches! 
 ¿Qué haría yo sin ella?
 ¿Qué haría yo sin ella?
 
 
  
 
 
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