En un peñasco en Maruhata, hay un anciano con la mirada perdida y fija sobre la nada, tan desconectado del mundo, por su mente pasaban tantas cosas, y de manera sorprendente se vio 20 ó 30 años mucho más joven, iba caminando por la calle del brazo de una hermosa joven, un poco más joven que él, se veía radiante y con la mirada iluminada, pareciera que no había nada más en este mundo que lo hiciera tan feliz como estar con ella. Sólo que ella no se veía tan feliz como él, entraron a un restaurante muy elegante, entraron y se dirigieron a una mesa del fondo, un grupo de personas los estaban esperando, eran familiares y amigos de él, ella se veía incómoda a pesar de que él y los demás se preocupaban demasiado porque se sintiera a gusto, y precisamente era eso lo que más le desagradaba, el saber que estaba en la mira de todos, además de que no disfrutaban del momento por estar pendiente de ella. Llegada la noche salieron del restaurante, él estaba tan feliz como cuando entró, ella ya estaba más desahogada pues sólo eran él y ella, él la llevó hasta su casa, y quedó de llamarle por la mañana para ir a desayunar, sólo que ella no podía puesto que había quedado con un grupo de amigos para ir de día de campo, de tal manera que se negó a ir a desayunar con él. Él desanimado se fue a casa, cansado de que casi siempre era lo mismo, al día siguiente se levantó temprano y estuvo a fuera de la casa, esperando ver quién llegaba por ella, con gran desilusión vio que era un joven apuesto tal vez dos o tres años mayor que ella, sintió ganas de seguirlos pero se contuvo, quedó ahí hasta llegada la noche cuando ella regresó a casa, en ese momento él se dirigió a la suya pues esperaba que le llamara para ir a cenar, pues todavía era buena hora, pero eso nunca sucedió, nuevamente desanimado se quedó hasta altas horas de la madrugada pensando. Esto sucedía a diario, o casi a diario, hasta que un día cansado y desanimado decidió no buscarla más.

Pasados varios días ella le llamó y preguntando dijo: cómo has estado, vamos al cine, pero como ya había decidido no buscarla ni salir con ella nunca más, respondió: no sé si pueda, tengo una comida con compañeros de trabajo y tú nunca te sientes a gusto cuando estamos con ellos, yo te llamo más tarde, y colgó el teléfono. Las dudas lo aquejaban, la incertidumbre se apoderó de él, no sabía que hacer, de tal manera que llamó a un amigo y le contó lo sucedido, él le respondió, no vayas, que viva en carne propia lo que te hace, siempre eres tú el que busca la mínima oportunidad para estar con ella, como ya vio que no te tiene tan seguro ahora sí es ella la que te busca, déjala colgada, ni siquiera le llames, es más si no tienes nada que hacer te invito a comer a casa, hoy es cumpleaños de mi hermano y daremos una comida, él para no estar solo y no correr el riesgo de llamarle o irla a buscar para ir al cine decidió ir a la comida dejando su teléfono móvil en casa para no tener la tentación de llamarle.

Llegada la noche regresó a casa y preguntó ansioso a la sirvienta si alguien le había llamado a lo que ella respondió: sí le llamó su amiga y se escuchaba muy rara, me pidió que tratara de localizarlo porque en su teléfono portátil nunca contestaba. Él sumamente angustiado le llamó, pero nunca contestó de tal manera que llamó a su casa, habría preferido no hacerlo, pues quien tomó la llamada le dijo que no encontraba en casa puesto que había sido agredida por unos sujetos y estaba en el hospital, él fue en su búsqueda y al llegar, ella ya había muerto y en ese instante él también se quiso morir, y se preguntaba cómo era posible que se pudiera tratar a una mujer así, hacerle tanto daño, el llanto cubrió su cara y la culpa se apoderó de él, si le hubiera llamado eso no habría sucedido, y eso es lo que le atormentaba, fue entonces cuando empezó a hablarle, le pidió perdón porque se sentía responsable de que eso hubiera sucedido, ella aún escuchaba sólo que no podía responderle, aunque trataba de decirle: no, no te sientas responsable, esto forma parte del destino, ya estaba escrito y tenía que suceder, te pido perdón yo a ti, por no haber hecho tantas cosas que hubieras querido, y no sabes cuánto lo lamento, pero tenía que hacer otras cosas, vivir mi tiempo y mi espacio, cometer mis propios errores para aprender de ellos, agradezco el que trataras de quitarme tantas piedras del camino, pero eso es algo que debía hacer yo misma para poder crecer y así algún día llegar a un nivel similar al tuyo, y poder caminar en la misma dirección sin temor a perdernos, pero eso no lo comprendiste, no lo entendiste, no es que no te quisiera, es más te amo y te pido perdón por no haberlo dicho, pero no podía hacerlo, de verdad no sabes cuánto lamento todo lo sucedido, yo esperaba que lo entendieras, pues tenía la seguridad que estarías justo ahí donde has estado todo este tiempo esperando mi crecimiento y mi madurez, pero decidiste no esperarme y no sabes cuánto me dolió tu indiferencia, pues con ello comprendí que ya habías desistido, que abandonabas nuestra historia, esa historia en la que tu eras el papel y yo la tinta, en donde la mayor parte la dabas tú y era yo quien recibía y poco lo daba, pero no comprendiste que esa situación a las mujeres nos agrada y nos halaga, pero tú lo decidiste, fue tu elección y yo la respeto, eso no te reprocho pues por un lado lo entiendo y por otro, pudo más tu pesar que las ansias de amar, nunca aprendiste que para poder comer el fruto hay que dejarlo madurar, pues si lo comes verdes incluso te puedes intoxicar, pero no lo comprendiste, no pude ir contigo a desayunar ese día que me invitaste porque tenía una cita en el restaurante que tanto te gusta porque estaba preparando la comida de tu cumpleaños, me tardé todo el día porque fui a recoger las invitaciones que repartiría a tus amigos y familiares, además de que escogí detenidamente el menú, pues quería que todo fuera perfecto, tu sabes que yo no se de vinos, por eso le pedí a un amigo que me acompañara a pesar de que se cuál es tu favorito, quería que sirvieran varios pues tal vez no a todos tus amigos les guste el mismo, pero eso no lo sabías, de tal manera que no te lo reprocho, anoche estuve pensando seriamente en nosotros, y ya había tomado una decisión, había determinado pasar el resto de mi vida contigo, a pesar de que me dolía tu silencio de varios días, por ello te invité al cine, pues sabía que como otras veces iríamos a cenar y ahí te lo diría, es más te había comprado un anillo para pedirte que te casaras conmigo, pero el destino nos jugó una mala pasada, cuando fui a recoger el anillo, unos sujetos me siguieron desde la joyería y con el objeto de robarme me golpearon y me hicieron todo lo que estás viendo, yo no podía entregarles el anillo, pues sólo a ti te pertenece, que ironías tiene la vida, por defender algo que representaba todo el amor que te tengo, me costó la vida, pero gustosa la doy porque se que nos encontraremos en otro tiempo, en otro espacio, y con tristeza vi que tu no defendiste ese amor que me tienes, a pesar de que muchas veces me dijiste que por mí darías la vida, porque de que me amas yo se que así es, eso nunca lo he dudado, cuando llamé a tu teléfono portátil los sujetos ya me habían herido, sólo quería decirte esto que ahora no escuchas y que nunca sabrás, lo importante que eres para mi y cuánto te amo, no sé por qué no hayas contestado mi llamada y tal vez no lo quiero saber, porque aún estando muerta me dolería saber que fue por orgullo disfrazado de dignidad. Te lo repito, no te sientas culpable de que me haya muerto, de lo que si eres culpable es de no haberte dado la oportunidad de hoy haberte dicho cuanto te amo. En el entierro, se encontró con el joven que había pasado por ella ese día en que fue al restaurante y mutuamente se dieron el pésame, fue entonces cuando le contó todo lo que había hecho ella por él, y muy diferente a lo que él había creído, y no sólo fue la sorpresa del restaurante paras u cumpleaños, ella había tenido una lucha interna por querer vivir su tiempo y el estar con él el resto de sus días, pero eso él lo ignoraba, él solo creía lo que sus ojos veían, tarde supo que no existe la verdad absoluta, no todo lo que brilla es oro, ni todo el oro brilla, hay que pulirlo de manera paciente para se de lo que esperamos ver.

Esta historia, es mi historia; y la comparto contigo por si algún día te sientes cansado de esperar o crees que ya es suficiente, el día que ella murió, ese día fue suficiente para abandonar un ideal, pues ya no me quedaba de otra, muchos años me casé con una mujer viuda y con dos hijos, viví tranquilo hasta que murió, pus a pesar de que nos llevábamos bien, su sombra estuvo presente todo el tiempo, no la he olvidado ni en la mente ni el corazón, porque de verdad fue el amor de mi vida sólo que nunca supe esperar, además de que presté oídos a un mal consejo, por ello hoy te digo, puedes desconfiar de tu sombra si es preciso, pero nunca prestes atención a quien te pida que abandones un ideal, pero sobre todo siéntate a esperar y cuando te canses, hazlo de pie, de rodillas o como gustes, pero no desistas ni le des la espalda al amor, porque quizá esta sea la única oportunidad que tengas para lograrlo, yo no supe esperar, me faltaron horas para escuchar eso que me habría hecho tan feliz, tal vez de cualquier manera se habría muerto de la manera que sucedió, pero ella se habría ido con el alma llena de todo lo que no le dije los últimos días, y yo habría vivido feliz de haberlo escuchado de sus labios, aunque me reconforta haberlo sabido a través de su amigo el día del entierro, no supe esperar, creí que todos los meses invertidos eran suficientes, pero me faltó un poco nada más, por haber prestado oídos a palabras necias, desde ese día aprendí una lección, una palabra de aliento puede salvarte, una crítica o un mal consejo te puede matar si es que tú te lo permites, por ello te digo, vive como si fuera el último día, di lo que tengas que decir, has sentir a la gente lo que le quieres hacer sentir, porque después tal vez ya no tengas la oportunidad, pero sobre todo no desistas a eso que hoy te hace vivir, tu sabrás cuando es suficiente, pero ponte a pensar, tal vez estés a un minuto de que tu fruto pueda madurar o a disfrazar de dignidad el orgullo.


Autor: Xela (Enviado por: Alejandro Garzon)




          

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