La clase de 4° grado de Matilde, se parecía a muchas que había visto en el pasado. Los alumnos estaban sentados en 5 hileras de 6 bancos, el escritorio de la maestra estaba en el frente de cara a los estudiantes. La pizarra de los anuncios, mostraba trabajos escolares, en la mayoría de los aspectos, parecía un aula tradicional de escuela primaria, sin embargo, el mismo día que entré por primera vez, algo me pareció distinto. Parecía haber una corriente subterránea de excitación.

Matilde, era una maestra veterana en una pequeña ciudad del interior del país, a la que le faltaban apenas 2 años para jubilarse. Además se había ofrecido como voluntaria en un proyecto de desarrollo personal, que yo había organizado y dirigido. La capacitación se centraba en ideas relacionadas con el lenguaje y el arte, que pudieran hacer sentir bien consigo mismos a los estudiantes y hacerse cargo de sus vidas.

La tarea de Matilde, consistía en asistir a las lecciones de capacitación y poner en práctica los conceptos que se presentaban. Mi tarea, consistía en hacer visitas a las clases y alentar la puesta en práctica.

Me senté en un banco vacío, al fondo de la clase y observé. Todos los alumnos están trabajando en una tarea que consistía en llenar una hoja de cuaderno con pensamientos e ideas. La alumna de 10 años que estaba más cerca de mí, estaba llenando su página con No Puedo.

No Puedo patear la pelota muy lejos.
No Puedo hacer una división larga con más de 3 números.
No Puedo hacer que Federico me quiera.

Había llenado ½ página, y no mostraba signos de parar. Trabajaba con determinación y persistencia.

Caminé junto a los bancos, mirando las hojas de los chicos, todos escribían oraciones describiendo cosas que no podían hacer.

No puedo hacer 10 abdominales.
No puedo pasar la defensa del equipo contrario.
No puedo comer solamente una galletita.

A esa altura la actividad, atrajo mi curiosidad. De modo que decidí hablar con la maestra para haber que pasaba. A acercarme noté que ella también estaba escribiendo, me pareció mejor no interrumpirla.

No puedo conseguir que mi hija le cargue nafta al auto.
No puedo lograr que Alan use palabras, en lugar de sus puños.

Derrotado en mis esfuerzos, por determinar porque alumnos y maestra se demoraban en lo negativo, en lugar de escribir las afirmaciones "puedo", más positivas; volví a mi asiento y continué mis observaciones.

Los alumnos escribieron durante otros 10 minutos, la mayoría de ellos llenaron su página, algunos empezaron otra. Terminen la que están haciendo y no empiecen otra, fue la instrucción de Matilde, para indicar el final de la actividad.

Los estudiantes, recibieron luego la indicación de doblar sus hojas por la mitad y llevarlas al frente. Al llegar al escritorio de la maestra, colocaban sus declaraciones de "No Puedo" en una caja de zapatos vacía, una vez recogidas las hojas de todos los alumnos, Matilde agregaba la suya, tapó la caja, se la puso bajo el brazo, se encaminó hacia la puerta y salió al hall. Los alumnos siguieron a la maestra, yo seguí a los alumnos.

Al llegar a la mitad del corredor la procesión se detuvo, Matilde entró en la sala de los ordenanzas, dio algunas vueltas y salió con una pala.

Con la pala en una mano y la caja en la otra, Matilde condujo a los estudiantes hasta el rincón más alejado del parque, allí comenzaron a cavar.

Iban a enterrar sus "No Puedo". La excavación llevó más de 10 minutos, porque la mayoría de los chicos querían colaborar. Cuando el pozo alcanzó más o menos 90 cm de profundidad, dejaron de cavar, acomodaron la caja de los "No Puedo", en el fondo del pozo y la cubrieron rápidamente con tierra.

Alrededor de la tumba recién cavada, había 31 hicos de 10 y 11 años. Cada uno tenía por lo menos 1 página llena de "No Puedos" en la caja de zapatos a 1 metro de profundidad, la maestra también.

En ese momento, Matilde anunció: "Chicos por favor junten las manos y bajen la cabeza", los alumnos obedecieron en seguida, formaron un círculo en torno de la tumba y formaron una ronda tomados de las manos, bajaron y esperaron. Matilde dijo su oración: "Amigos estamos aquí reunidos para honrarla memoria de No Puedo, mientras estuvo con nosotros en la tierra, afectó la vida de todos, de algunos más que de otros, desgraciadamente su nombre ha sido pronunciado en todos los edificios públicos, escuelas, municipalidades, congresos y si... hasta en la misma casa de gobierno."

Acabamos de darle una morada definitiva a No Puedo y una lápida contiene su epitafio, lo sobreviven sus hermanos Puedo, Quiero y Lo Hará Yo Mismo. No son tan conocidos como su famoso pariente e indudablemente todavía no resultan tan fuertes y poderosos.

Tal vez, un día, con su ayuda, tenga una incidencia mayor en el mundo. "Roguemos que 'No Puedo', descanse en paz y que en su ausencia, todos los presentes puedan hacerse cargo de sus vidas y avanzar. Amén."

Al oír la oración, me di cuenta que esos alumnos nunca olvidarían ese día. La actividad era simbólica, una metáfora de la vida, era una experiencia del lado derecho del cerebro, que quedaría adherida a la mente inconsciente y consciente para siempre. Escribir los "No Puedo", enterrarlos y escuchar la oración era un esfuerzo muy grande por parte de esta maestra y todavía no había terminado.

Al término de la ceremonia, llevo a los alumnos nuevamente a al clase e hicieron un festjo, celebraron la muerte de "No Puedo", con masitas y jugos de frutas. Como parte de la celebración, Matilde, cortó una gran lápida de papel y escribió arriba la palabra "No Puedo" y abajo la fecha. La lápida de papel quedó en el aula durante el resto del año. En las escasas ocasiones en que un alumno se olvidaba y decía "No Puedo", Matilde simplemente señalaba el cartel, el alumno recordaba entonces que, "No Puedo" estaba muerto y optaba por reformular su afirmación. Yo no era alumno de Matilde, ella si era alumna mía, sin embargo, ese día aprendí de ella una lección perdurable. Ahora años más tarde cada vez que oigo "No Puedo" veo las imágenes de ese funeral de 4° grado, y como los alumnos, me acuerdo de que "No Puedo" murió...


Autor: Anónimo
Facilitado por: María Luisa Nuñez "Marita"
(Argentina)








Historias y Cuentos          Página Principal del Refugio

Cerrar página








Diseño Exclusivo para "El Refugio de la Brisa"
© Brisa Diseños. Copyright, Febrero 2003







Recomienda este cuento a tus amigos
Tu Nombre:

Tu Correo:  

Su Nombre:  

Su Correo:  

Mensaje que deseas enviarle:


   

Cortesía de: Webservicio.com