La muerte y su guadaña
Este amor que no duerme, ni descansa en ayuno de amor, desposeída... quieta, como flor con aroma fenecida. Desde las entrañas del sentimiento grita impotente y llora en lamento.
Indiferente destino en río de piedras negras arrebató el valor y fortaleza mató la ardiente naturaleza, de mi piel que deseaba tu piel... en la alborada.
Bienvenida sea la muerte y su guadaña que pondrá fin a mi existir.
Envuélveme y termina éste vivir para no oir éste quejoso llanto febril y obstinado que obsesivo vuela en lágrimas y las derrama en tu rostro amado.
Me llevaré la visión sacra de tu amor y el mío sin hurgar en tu alma , ya muerta... ya en calma con la luz en mi pecho, llama encendida y el místico altar ,donde te adoré complacida.
Seré libre, viajera incansable sin tu voz que me ate, ni me alcance en paz, en suave cauce quedará de mi... solo el verso escrito eco de un sentir, que supo acallar un último grito.
|